14 Sep

Pocas personas de les Terres  de l’Ebre no han oído hablar de la tía Pepita, «la Paisana «. Josefa Sol ( 1.916 a 1.995 ) . La Tía Pepita pasaba las horas en el comedor de su masía situada en la Huerta de Pimpí , en Tortosa, en una estancia oscurecida por la poca claridad que dejaba pasar la persiana, siempre medio bajada. En el exterior, la gente esperaba su turno bajo las parras, sentada en sillas de madera o en los bancos de piedra que enfrentaban la casa. A veces , el viento soplaba fuerte, pero nada detenía aquella espera devota de unos consejos que eran escuchados con tanta fe.

La tia Pepeta seguía su instinto natural y sabía de las situaciones personales de muchas de las familias del territorio mejor que cualquier sacerdote de la época. Su voz suave, la moñita de color girs y la fesonomía de aquella cara angulosa de ojos azules como el cielo, quedará en la pintura memorística de muchos de nosotros. Las novenas milagrosas como remedio para fortalecer a los niños fueron impuestas por madres y abuelas convencidas de su efectividad.

La Yema de Huevo con Cerveza o Café y azúcar, uno de los remedios para los niños que comían poco, fue el complemento vitamínico de un tiempo en que los suplementos en comprimidos aún no estaban al alcance de todos. Lo tomamos la mayoría de criaturas de la época que nos hemos hecho mayores entre los recuerdos de aquella masía y su ama, la inolvidable Paisana.


«Ai! Pepeta Paisana,

mans d’aigua i saó

dies de llum ben blava

baix la parra, en la mirada

d’aquells ulls plens de raó».

Estrofa de la canción de Quico el Celio «Pepeta la Paisana»

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